jueves, 7 de noviembre de 2013

El tímido enamorado

Volvía cada día a los grandes almacenes, vivía cerca de ellos, desde que la viera por primera vez, todos y cada uno de los días de 19 a 20 horas. La descubrió las navidades del año anterior. Tras el mostrador de cristal repleto de perfumes de X, se erigía ella, como una ninfa, etérea, elegante, enigmática. Era tal su belleza, que él no osaba acercarse, la veía, la observaba, la marcaba cada día de lejos, a distancia, desde la sección de libros, bajando la mirada con rapidez felina cuando presentía que ella podía advertir su presencia. Y otra vez la navidad y él ni siquiera se había acercado a ella, algo le paralizaba, un frío temor a ser ignorado, su timidez era una carga hiriente, debía vencerla, un año soñándola, un año entero imaginándola cada día, un año de amor unidireccional, él no existía para ella. Tomó una determinación, aquel día iría a verla, le compraría un perfume de caballero. Se armó de valor, enfiló el pasillo desde la sección de los libros a la sección de perfumes, y cuando ya se acercaba al stand donde se encontraba su objetivo, apareció aquel tipo adelantándolo por su derecha y tomándole la delantera. Eclipsó su presencia hasta el punto que la ninfa solo parecía tener ojos para aquel tipo engolado y engominado que mostraba su sonrisa exultante e insultante. El tiempo que estuvo allí mirándolos le pareció un suplicio y una eternidad, se quedó turulato, embobado, petrificado, perdió tanto fuelle que ni deparó en la marcha de su adversario, porque sus ojos se concentraron en un punto en el infinito. La ninfa le despertó... - Caballero... Dígame, le puedo atender? El chaval sólo veía una sonrisa perfecta, unos dientes alineados, una mirada sostenida que le erizaba el vello, unos ojos marrones profundos que le hipnotizaban, una figura impresionante, un sueño hecho carne y huesos... El muchacho balbuceó, apenas le salía la voz... - Sí, sí, señorita, quiero un perfume fresco, quiero una colonia que ... enamore. La chica no puedo reprimir la risa con aquella ocurrencia.. - Tengo lo que busca, la muchacha sacó el perfume de moda de aquel año 1982; Mens Club 52 de Helena Rubinstein. Al día siguiente, esperó a que ella saliera de los grandes almacenes y la invitó a pasear juntos, no pudo negarse, a ella le gustaba como él la miraba y sobre todo, lo bien que olía. El Limb0

sábado, 19 de octubre de 2013

El cara libro...

Hay que pensar que facebook es simplemente una herramienta, en ningún caso una forma de vivir, ni un estilo de vida y si así fuera, tendríamos que plantearnos a diario qué hacemos aquí, tal vez por esa razón, ya he desactivado mi cuenta en dos ocasiones y no descarto una tercera y definitiva, pero para hacer eso tendría que tirar también el móvil o eliminar mi correo electrónico o patear al whatsapp, esto merece estudio aparte. Estamos in o out, no hay término medio. Desprogramarte es casi imposible, serías un individuo analógico, o un bicho raro, un eremita, o un paria, Necesariamente no somos lo que podamos transmitir en facebook, la realidad cotidiana colectiva e individual puede resultar mucho más enrevesada y rica en matices, tampoco somos todo lo que escribimos, jugamos un rol necesario en una sociedad virtual. Todos posiblemente hayamos pensado en alguna ocasión que estar presente en esta red social es perder el tiempo miserablemente, que se generan hábitos poco saludables, uno pasa demasiado tiempo frente al ordenador sentado o pierde la vista frente al móvil igual que antaño lo hacía frente al televisor, uno se expone a perder la privacidad, a ser blanco de dardos, uno se desnuda o juega a crear estados de opinión y ánimos, uno se sienta frente al monitor dispuesto a recibir una realidad alternativa que dote de significado la ausencia de cosas extraordinarias, los huecos que no rellenamos por nuestro día a día, por nuestro trajinar, por nuestro quehacer cotidiano. Uno multiplica su ansiedad buscando a veces comunicaciones y comuniones inmediatas, otro se desespera porque cada día recibe invitaciones a hacer likes o se siente impelido a ello, por una acción que en muchos casos tiene más que ver con la simpatía, con no perder la cara o con la adhesión a una causa presumiblemente común, que con el contenido de lo que quieren compartir con nosotros; " Zutanito Menganez te ha invitado a que indiques que te gusta su página ## Me gustan las bicicletas sin sillín### "Fulanez te ha invitado a que indiques que te gusta su página ###Yo también odio al perro de mi vecina que alivia siempre en la rueda de mi coche###". El cara libro nos va engullendo, atrapando y nos conectamos a plena luz del día a cara descubierta o con nocturnidad y alevosía para oír música, para chatear, para cotillear, para ver que puso mengana o comentar la entrada de zutano y nos pasamos las horas muertas incrementando de forma inconsciente la mecha que propaga nuestra curiosidad, nuestra alienación, nuestra pertenencia a este mundo virtual diseñado a nuestra imagen y semejanza volcando en él nuestros sueños, ilusiones, gustos, proyectos, inquietudes, pensamientos, ideas, reflexiones, éticas y estéticas. Un diario de actividades jugoso, un show de truman, un gran hermano, una tertulia agresiva, un debate interesante, una banalidad supina, un glosario de quejas, un resquicio al humor, a la pasión, un guiño al saber, un volcado de información a veces veraz, a veces falaz, una punta de iceberg de algo mayor que subyace y que vamos soltando poco a poco, sin darnos cuenta, por activa o por pasiva, con más exposición o con menos exposición.Si estás aquí a menudo, sabes de qué hablo.

viernes, 18 de octubre de 2013

Silencien, taponen, encierren...

¿No os produce miedo y rechazo sentir que estamos dominados y gobernados por monigotes que nosotros mismos hemos aupado al poder? ¿Que todos estos políticos, de un signo u otro, terminan persiguiendo y acatando los mismos fines oscuros de quienes mueven sus hilos? ¿No os da tristeza comprobar en qué estado lastimero y postrado ha quedado esta vejada, pisoteada, vapuleada y denostada democracia que hace 36 años nos sedujo con cantos de sirena, esa que nos hablaba de igualdad, de libertad, de fraternidad, de solidaridad, dignidad y trabajo para todos? ¿No os hierve la sangre comprobar como imponen un nuevo orden y nos anulan cada día un poco más? ¿No sentís como involucionamos y como son tratados en los medios y en la vida quienes disienten y van contra corriente? ¿Acaso no habéis advertido como dosifican desde hace unos años cada cercenamiento que hacen de nuestras libertades, de los derechos que costaron siglos, revoluciones y mucha sangre instaurar? Os engañaron como a niños, os hicieron comprar casas que no necesitabais, coches caros, os abrieron sus puertas y ahora os la cierran en las narices, ellos nunca pierden, solo ellos han sido rescatados para lavar sus sucios negocios, sus cuentas que no cuadran, sus agujeros negros, sus conexiones con la política y con la mafia. ¿Acaso no os dais cuenta que está desapareciendo la clase media? ¿Que el mundo se está llenando de pobres, que se llenan los comedores sociales, que la gente zumba y revolotea alrededor de los contenedores y los cubos de basura como antes lo hacían los perros y las ratas?
El señor c de ningún partido voceaba esto a pleno pulmón en la plaza de la ciudad y sus únicos altavoces eran su garganta, sus cuerdas vocales, sus pulmones, la multitud revoloteaba con bolsas y prisas, pero un gran corrillo de curiosos se formó en torno a él. No en vano era Navidad, en esos días lo primordial era comprar, pero también observar y aquel discurso parecía del interés de unos pocos. Su voz se apagaba entre los villancicos navideños que salían por los altavoces de los grandes almacenes X y por las sirenas de policía que cada vez sonaban más cerca. El impacto del discurso caló hondo en algún joven, que oía con delectación a aquel profeta de barba larga y pelo canoso, que hablaba con parsimonia y precisión, con los ojos mirando al cielo y tal vez por eso y porque seguía hablando sin parar dando razones y razones que parecían no tener fin, no advirtió o tal vez sí, como unos individuos vestidos de paisano, se acercaban a él y en volandas lo llevaban al furgón policial. El profeta no opuso resistencia, aquella noche por fin dormiría y cenaría en el calabozo, y tal vez con suerte los próximos días, llevaba demasiado tiempo haciéndolo en el cajero del Banco S.

martes, 15 de octubre de 2013

El mar, la mar...

Unas olas gigantescas te zarandeaban arremolinándote con fuerza a la orilla. El sol se ocultó tras unas nubes pasajeras de verano. Me gustaba enzarzarme con las olas, batallar con ellas y cuando ya estaba exhausto, abandonarme a su poder incansable, a su salvajismo preciso y matemático, dejándome llevar por ellas de forma violenta a la orilla. Fue el primer día que descubrí su poder, que aprendí a amarlas, a apreciarlas, a temerlas, a conocerlas, a disfrutarlas. Y empezar otra vez a pelearme, a gritar a las olas, a provocarlas, pero no parecían advertir mi presencia, acaso no querían oírme, yo era insignificante para ellas, no me daban un respiro, me escupían con espuma blanca, me abofeteaban el cuerpo entero, se reían de mí con su rumor infinito, con su grandeza inconmensurable. Y sobre la orilla mientras seguía abandonado, las olas me cubrían entero, me golpeaban y me arrastraban sobre el reguero de conchas muertas,vacías y sin vida, fósiles marinos. Y de nuevo salía el sol y empezaban a reverberar las conchas muertas y a llenarse de luz y cegarme, cobrando vida a mis ojos, su gama de colores plateados, dorados, blancos, nacarados, negros, ocres, marrones, rojizos, azulados, arenosos... Un día albergaron vida y ahora estaban vacías, cientos de miles de conchas muertas sobre millones de granos de arena, cuanta muerte y cuanta vida en el mismo lugar, en el mar, en la mar. Entonces yo no comprendía nada, únicamente veía belleza, el mar era belleza, grandeza, furia, pura vida y diversión. Sólo los niños recogían las conchas para mirarlas y las guardaban en sus cubos como preciosos y preciados tesoros, sólo los niños se quedaban perplejos admirando sus formas geométricas, sus colores, sólo ellos las guardaban y a veces las pintaban de colores guardando un trozo de verano el resto del año, sólo los niños jugaban con la arena a hacer castillos, piscinas, agujeros, canalizaciones, sólo los niños se enterraban en la arena y a veces probaban el sabor salado del agua. Sólo los niños y yo que también era niño entonces, soñábamos con volver al mar cada verano, sólo los niños temblábamos de emoción la víspera de salir para la playa.

jueves, 10 de octubre de 2013

Tiempos jodidos

- Vivimos tiempos muy jodidos. Sentado en el banco de la plaza no paraba de gesticular con sus manos, las venas de su cuello se hinchaban, el tono de su voz aumentaba por momentos, su sangre corría vertiginosa hacia su rostro. Había sido administrativo de una inmobiliaria. - La culpa de toda esta mierda que nos llega al cuello la tienen los políticos, todo lo que han robado, todo lo que han estafado, todas sus prebendas, todos sus desfalcos, todas sus pestilentes corruptelas, toda su puta insolidaridad. El otro, su compañero de banco, (bonita palabra cuando se refiere a asiento), escuchaba con cierta desgana simulando interés por educación, pero aquello para él, era el pan de cada día, como si oyera llover. Tenía la teoría que la gente estaba ya insensibilizada de las desgracias ajenas, bastante tenían con atender las propias. Sin embargo, nuestro quejoso amigo seguía despotricando contra el sistema, que su oyente estuviera a su bola o ajeno a su cuitas y miserias era algo irrelevante, el seguía hablando, vociferando, clamando, precisaba su ejercicio de catarsis... - Ahora estoy desempleado, pero me he llevado cotizando 30 años a la seguridad social y ¿qué es lo que me dicen a mis 54 años? Que no hay trabajo para mí, que actualice mi currículum, que me siga formando, que pague el IBI, la luz, el agua, las lentejas mías y la de mis hijos, sus estudios, sus gastos... ¿Cómo puedo hacer eso con 426 euros al mes? Ya he agotado la prestación por desempleo, estoy enfermo, no duermo por las noches, tengo depresión, hipertensión, reuma y el mismo follón bendito¡¡¡ Mi mujer que limpiaba en casa, desde hace un tiempo lo hace por las casas ajenas a 6 euros la hora y encima hablan de esto como economía sumergida este puto desgobierno que amnistía a los evasores, que condona a los estafadores, que hace la vista gorda con quienes se apropian de lo ajeno vestidos con corbata y aderezados con gomina frente a un ordenador... Una solemne cagarruta para ellos, a mi mujer le duelen los huesos, está reventada y gracias a ella y a la limosna que me da el gobierno, podemos medio comer. Y ahora nos llega el IBI de la casa, el impuesto del vehículo que apenas cojo porque no tengo ni para gasoil, que dicho sea de paso, está a precio de aceite de oliva virgen extra, la hipoteca, el seguro del coche cuyas ruedas están lisas como para correr en Monza, tengo que pasar la ITV, la batería me falla y encima se cagan encima de él todas las palomas de la ciudad... El amigo solterón encendía otro cigarro, el cuarto de la mañana, mientras el otro seguía con su rosario de quejas. Tomar el sol en aquella plaza tenía ciertas contraprestaciones. Por no hacerle el feo guardaba silencio y pensaba de forma positiva que oír a su amigo no tenía precio, era una auténtica inyección de moral para él, que no tenía ni hijos, ni mujer, ni coche, ni casa que mantener, era un feliz cuarentón largo y pensionado que vivía con su madre viejita, que aún seguía cuidándolo como un niño. Algo cimbreó los cimientos de su confort con el quejido monocorde de su amigo, una luz entró por su cerebro aletargado, una revelación estalló en su entendimiento. Se vio a sí mismo en unos años, muy pocos, aquejado de cualquier enfermedad, sin su madre, sin familia, sin nadie a quien oír ni nadie presto a escucharlo en las largas noches de invierno, entre lectura y lectura de sus libros polvorientos, entre las noticiarios de la tele y los programas de carrusel deportivo, entre su música y sus viejas películas, rodeado de objetos inanimados, inertes. Al día siguiente salió a andar al alba, compró un cachorro, lo llevó al veterinario, le puso un collar y un nombre, dejó de fumar, se hizo colaborador de Intermom Oxfan, de Unicef y de Cáritas, se apuntó a clases de baile, empezó a cuidar su alimentación y a vigilar la salud de su madre. La ayudaba aún más de lo que hasta entonces lo había hecho. Se abrió una cuenta en E-Darling, insertando una foto de 10 años atrás, se creó un perfil en facebook y otro en twitter, puso un anuncio buscando una compañera de viaje. Seguía saliendo a andar al alba, a las afueras de la ciudad. Un sábado entre la espesa niebla, al amanecer, un coche negro tuneado lo atropellaba mortalmente, dándose a la fuga. Precisamente, vaya jodida mala suerte, ese mismo día había quedado para almorzar con una bella y joven rumana de ojos verdes. Y aquí termina la historia de alguien que tomó un pasaporte a la nada, creyendo haberse asegurado, su futuro inmediato. El Limb0

martes, 8 de octubre de 2013

El café de los desenamorados

Todo tiene fecha de caducidad, hay sentimientos de quita y pon, nos enamoramos y nos desenamoramos. Nos ilusionamos y nos desilusionamos, lo que un día nos parece bello y atractivo con el pasar de los años, lo encontramos aborrecible, prescindible, lo que antes nos unía ahora nos separa, lo que un día nos desataba la sonrisa, ahora nos hace brotar las lágrimas o una mueca de hastío. Hay personas que sobreviven a la segunda fase con el recuerdo de la primera, personas que mascan la monotonía de los días grises, que se aferran a algo que se perdió, a algo que se ha perdido ya de forma irreversible. La primera fase a veces deja reproducciones del amor y entonces todo se magnifica aún más y todo cobra un nuevo sentido, dejamos de ser nosotros para ser para otros, para esos locos bajitos y esto nos da una tregua, pero la angustia está latente, vive dentro de una misma. En este tercer o cuarto encuentro, su amiga perdía la mirada en el color oscuro del refresco mientras le trasladaba todas sus reflexiones vitales, su experiencia del amor con los ojos vidriosos, creo que su pudor le impedía mirarle a los ojos, mientras le contaba todo aquello. El hombre se limitó a escucharla con mucha atención e intentó interrumpirla lo mínimo. Le gustaba su voz quebrada y la sinceridad y tristeza que emanaban de sus palabras. Siguió hablando la mujer, mientras el asentía con la cabeza, contándole cómo se enamoró y cómo se desenamoró y todas las veces que había pospuesto la decisión de abandonar todo y huir hacia delante. Encendió otro cigarrillo y dejó de hablar de sí misma, entonces clavando sus ojos en los de su amigo le preguntó a él, ¿ Y tú, por qué te desenamoraste? Y él empezó a contarle a su vez ... " Todo tiene fecha de caducidad ..." Cuando él acertó a decir que el amor era ciego y cuando no era ciego, era tonto, ella hizo amago de reírse, pero acabó dibujando con su rostro la resignación. Y así terminaron su breve pero intenso encuentro, y cada uno cogió su camino, despidiéndose con un beso cómplice que prometía nuevos encuentros. Creían saberlo todo el uno del otro, pero lo desconocían casi todo, y creo, que ambos secretamente, no tenían ningún interés en saberlo, sólo querían repetir otro encuentro que irradiara el mismo o parecido sentir, que el primer día que se vieron. El Limb0

sábado, 5 de octubre de 2013

Alguna vez existió la coherencia... Y nihil novi sub sole.

Un amigo me ha contado que un vecino le contó que conocía a un un anciano pescador que en una ocasión le contó que conoció a un tipo que en el transcurso de una fiesta navideña, tal vez embriagado por el champagne o por el vino, le confesó, que una vez supo de alguien que era coherente. Hablar de coherencia en una fiesta navideña es muy improbable, por lo tanto no sé si darle crédito a esta historia, pese a la inmensa sabiduría que atesoraba nuestro viejo pescador, según logré descubrir tras conocer, aunque fuera de oídas, tan extraño como sorprendente hallazgo. Pensar que alguien en algún lugar alguna vez hizo lo que decía, imaginar que en este largo y ancho mundo, en todas y cada una de las sociedades civilizadas, ha habido, existió alguna vez alguien coherente, que actuó como pensaba, que era íntegro, que plasmaba en hechos reales sus creencias e ideas, que no se dejaba manipular por las costumbres ni por los ciegos tentáculos de lo socialmente establecido, que a diario se enfrentaba a situaciones inevitables que podían resquebrajar la coherencia con la misma facilidad que un cuchillo se introduce en la mantequilla, pensar en el esfuerzo titánico de cada neurona y conexión cerebral al servicio de actuar conforme a lo que uno piensa que es correcto, íntegro y necesario, a sabiendas que terminarán crucificándote. Así pues, partiendo de estos pensamientos que me produjeron gran confusión espiritual y no menos desazón intelectual, junto con una enorme expectación por conocer en qué había derivado la singular "coherencia" de nuestro querido y anónimo personaje, me presté a investigar sobre él. Y fui a hablar con el pescador, para mi sorpresa se llamaba Simón, esto me hizo caer en la cuenta más tarde que nada es por azar, que parece que todo ha ocurrido una vez y vuelve a ocurrir siempre, que nada nuevo hay bajo el sol. Y que los libros del pasado narran lo que va a suceder en el futuro, ese lugar en el que todavía no estamos. Y Simón me contó que su padre le había contado, que a su vez a su padre le había contado su padre, y éste a su padre, y así sucesivamente entre varias generaciones de pescadores, llamados indistintamente Simón, Pedro, Juan, Tomás, Felipe, Santiago... que el hombre al que conocieron muchos siglos atrás, se llamaba Jesús y murió crucificado, y llenaron su cabeza de espinas y clavaron lanzas en su pecho y en su costado, en su corazón y los siglos posteriores hablaron de él como el Hijo del Hombre. En el Oriente se cuenta una historia similar, pero el personaje se llamaba Buda, el Iluminado, vivió 500 años antes de Jesús y murió a los 80 años tras una vida llena de vicisitudes en busca de la verdad, alcanzando finalmente la iluminación, su paranirvana. Por contra, nuestro Jesús, murió crucificado a los 33 años. Y hete aquí, de los pocos hombres que tenemos noticia en nuestros días que practicaron y buscaron la verdad y la coherencia y por esa razón, le han levantado templos y les han salido intérpretes que siguen o comercian con su nombre y desvirtúan sus enseñanzas a su antojo y es que todo se torna bajeza, cuando llega el arrabal del negocio, o cuando los intereses y el egoísmo se anteponen a los principios básicos. En el Limb0

miércoles, 2 de octubre de 2013

Trastorno neuronal transitorio, muletillas, tics verbales

Tal vez no se diera cuenta, pero cuando la conversación de turno derivaba por derroteros intrincados, alejados de los consabidos comentarios al uso de fútbol, de las aseveraciones tópicas y típicas de cualquier deporte, tenis, motos, fórmula 1, política nacional o temas más insustanciales y socorridos como el tiempo, nuestro personaje, de pronto, evidenciaba unas severas lagunas mentales. Hablando de historia, de cine, de literatura, de novelas, de personajes, de héroes y heroínas, de conspiraciones, de mafias, de conjeturas astronómicas, de hipótesis filosóficas. Su discurso perdía fuelle, su memoria renqueaba como un viejo motor de dos tiempos, confundía datos o aportaba apuntes erróneos como verdaderos pero sin demasiada convicción. De los anaqueles de su cerebro extraía datos basados en su portentosa memoria empleándolos viniendo o no viniendo al caso los mismos. Del mismo modo, apoyaba sus frases y argumentos en un ripioso y repetitivo "¿m'explico?, que lejos de otorgarle empaque y veracidad a su trastabillado discurso, hacia que adoleciera de previsible, aburrido y vacuo. A veces sustituía la muletilla, el tic verbal del ¿m'explico? por otro similar y con mayor nivel de zafiedad; "¿m'entiendes lo que yo te quiero decir?", giro martilleante que otorgaba un rasero de imbecilidad mayor al oyente, pues quien se prodigaba en tales giros, no solo daba muestras de su escasa seguridad oratoria, también ponía en entredicho la comprensión e interpretación que su oyente hacia de la misma. Y el oyente, bastante tenía con aguantar el rosario de datos inútiles e inexactos. Nuestro amigo, que se creía en posesión de un verbo y un conocimiento fluidos, se volvía aún más inexacto conforme aumentaba la ingesta de alcohol. Entonces se abrazaba a sus tics verbales haciendo de ellos el único faro que guiaba la chalupa gris de su verbo y el dardo de punta infecta, al pobre masoquista que estuviera dispuesto a oirlo, no ya armado de resignación supina, también de una educación exquisita.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Cambiamos el clima?

Después de algunos años de estudio sobre el cambio climático, se incrementa un 5% el nivel de culpabilidad de la especie humana, del 90% anterior, al 95% fijado ahora. Esta noticia aparecía ayer en el Mundo. Para ese viaje, seguro que no hacían falta muchas alforjas, pero las estadísticas y los números, son los que al final justifican cualquier estudio e investigación. Eso es incuestionable para realizar previsiones y establecer posibles escenarios futuros. Habrá opiniones encontradas al respecto y multitud de argumentos para consolidar éste estudio y sus consecuencias. También para rebatirlo, tendrá sus seguidores y detractores, como cualquier teoría o estudio científico que incida en aspectos económicos y afecte a la supervivencia de cualquier industria o grupo de poder. No obstante, si entendemos la tierra como un organismo vivo, como nuestra casa, como el lugar donde vivimos y vivirán los que perpetuarán nuestra especie y otras que amamos, por encima de intereses económicos y meramente mercantilistas, ajenos a fatalistas, a iluminados que quieren hacerse de oro, a corporaciones oscuras, a trust y/o lobbys de uno u otro signo, creo humildemente, que hay motivos bien serios para preocuparse, porque la salud cambiante del planeta, parece que depende de nosotros en un porcentaje muy alto, según lo extraído de las conclusiones, de más de 10.000 publicaciones científicas. Y como ya venimos sabiendo, nosotros, los humanos, estamos siempre en conflicto permanente con aquello que nos cree algún dilema moral, o con aquello que no tenga que ver con nuestro día a día, pensando que el trabajo que debemos y tenemos que hacer, ya lo hará otro. Hay auténticos vertederos del mundo en zonas geográficas de países pobres, hay una isla de plástico y desechos flotantes en el Pacífico que podría ocupar la superficie de un nuevo continente, hay otra de enorme tamaño en el Atlántico Norte, visibles desde los satélites, desde el ojo que todo lo ve desde el cielo; Google Earth. Estas ingentes masas de cientos de miles de toneladas de basuras, no son responsabilidad de ningún país, están en aguas internacionales, pero sí es responsabilidad de la humanidad, de nosotros, de los gobiernos de toda la tierra, con costa y sin costa. ¿Nos extrañamos de la enorme mortandad de peces? ¿Nos extrañamos del delfín que llegó a morir a la orilla fuera de su entorno? ¿Nos extrañamos de las ballenas erráticas, de los cientos de tortugas marinas que mueren por ingerir plástico? Y si esto ocurre en ambientes húmedos, en mares y ríos, también ocurre sobre la tierra, sobre los campos, bosques, selvas, senderos, caminos, carreteras y montañas, hemos hecho del mundo un vertedero, un basurero, todo está sucio y lleno de detritos. ¿Todo? Salvemos los escasos territorios vírgenes que quedan en la tierra, allí también llegará nuestra huella de basura. Pero... ¿Qué podemos hacer desde nuestras casas? ¿Desde nuestros pueblos y ciudades? ¿Cómo podemos contribuir a crear conciencia? ¿Cómo podemos actuar para poner nuestro grano de arena? Esas recomendaciones que todos hemos oído hasta la saciedad y que en la mayoría de los casos se quedan en una bella declaración de intenciones o en un propósito que a veces olvidamos; a saber; Reciclar, ahorrar agua, energía, usar más el transporte público en el ámbito de las ciudades, usar el lavavajillas en lugar de fregar a mano, usar menos bolsas de plástico, recoger las caquitas de nuestras mascotas, no usar aerosoles, plantar árboles y plantas y si no tenemos vocación de jardineros, al menos no destrozar el mobiliario natural, cuidar la naturaleza que nos rodea, no arrojar bolsas, papeles, desperdicios, envases, a nuestras calles, a nuestras playas, a nuestros campos. Y por supuesto, no esperar que nuestros hijos aprendan estas cosas en el colegio, tendremos que enseñárselas en casa. ¿Tarea difícil eh? Buen fin de semana lluvioso, de Otoño.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Verano eterno

El Limb0: /*/*/ Inspirado por las intermitencias de la muerte del genio Saramago; en un país en donde nunca moría nadie, se me ocurrió este pequeño relato, un país dónde siempre es verano.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. /*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/*/* Llegó septiembre, octubre, noviembre y en aquel país no se fue el verano, pasaron los meses y un par de años con sus días y sus noches y seguía sin irse. Un anticiclón permanente cubría los cielos de su territorio delimitando con precisión matemática los confines del mismo, esto es, únicamente en el territorio de dicho país, cuyo nombre no consigo recordar, se instaló el verano de forma tajante y contra natura. La división de las estaciones se diluyó en un estío perenne. Las gentes en masa comenzaron a extrañarse, los periódicos se hicieron eco de aquel extraño fenómeno y el tiempo, la meteorología, el clima, empezó a ocupar un lugar preponderante en las cabeceras de todos los noticiarios dejando en un lugar discreto y apartado asuntos políticos, financieros y económicos, sin olvidar que todos estos últimos asuntos tenían una perfecta correlación con el verano eterno que se había instalado en aquel territorio. Los meteorólogos eran consultados en todas y cada una de las cadenas de televisión, los científicos, los biólogos, los matemáticos, los investigadores, la inteligencia estatal, los servicios de inteligencia de otros países preponderantes, en todos los programas de radio, todas las portadas de los periódicos hablaban del asunto y de los efectos de tan enigmático como preocupante cambio del clima, nadie sabía la causa, pero algunos sí sabían sus efectos, tanto a medio como a largo plazo. Vinieron de todos los centros de seguridad e inteligencia de los países más influyentes de la tierra. Todo eran hipótesis, no había soluciones ni explicaciones plausibles para tan endiablado y caprichoso fenómeno. El gobierno no tenía respuestas, creó comisiones de investigación al respecto, fue un asunto de estado diario mientras se disparaban los indicadores económicos asociados a la nueva y extraña situación y venían de todas partes del mundo científicos, curiosos, especuladores, constructores, inventores y vendedores de refrescos, agua y helados. Desde todos los gremios laborales, toda vez que se rozaban temperaturas que oscilaban entre los 25 grados matutinos, pasando por los 40 de la sobremesa, hasta los más de 30 nocturnos, se exigían costumbres veraniegas, salvo para el sector servicios, se clamaba por la costumbre de la siesta que algunos países desarrollados habían tildado como la exponente máxima de la recesión hasta entonces, los sindicatos reclamaban la jornada continuada y la supresión de las horas extras, que las fuentes de las ciudades refrescaran y vertieran sus chorros, que todos y cada uno de los bares tuvieran por ley refrigeración en el interior y ventiladores con pulverizador de agua fresca en el exterior. Se disparó tanto el consumo de agua y energético que empezaron las restricciones. El agua se convirtió en un bien escaso que se importaba del exterior, el consumo energético alcanzó cotas alarmantes, los transformadores se quemaban por las altas temperaturas, los incendios se multiplicaban, los bomberos no daban abasto. La afluencia de turistas, (enterados del curioso, impropio e inexplicable estado meteorológico), de todas partes del mundo a las playas del país se multiplicó por 15, los aeropuertos quintuplicaron, sextuplicaron su personal y triplicaron sus instalaciones y negocios asociados, las compañías sus vuelos al lugar, el país del verano eterno se había puesto de moda en el escenario mundial. En muy poco tiempo renació y refloreció el diezmado hasta entonces sector de la construcción y de los alquileres y con estos los especuladores y la destrucción de parajes naturales para acondicionamiento de nuevas zonas turísticas. Los ecologistas fueron silenciados y ninguneados, los políticos fueron sobornados e hicieron sus deberes malignos con prontitud y eficiencia. El negocio de la moda se olvidó de la temporada primavera, otoño e invierno, las madres guardaron la ropa de abrigo y entretiempo mirando las prendas con nostalgia. Sus lavadoras echaban humo hasta que ya no pudieron pagar el agua y compraban prendas veraniegas a precios de saldo, los vertederos se inundaron con prendas de verano sucias y andrajosas quemadas para evitar un olor nauseabundo que se propagaba por los pueblos, aldeas y ciudades. Sus niños exigían vacaciones y aire en las clases y raciones de agua fresca, se negaban a acostarse temprano, a levantarse temprano, querían piscina y playa, querían prolongar también su verano. Los campos se secaron, los regadíos se sabotearon, las cosechas murieron, las gentes querían huir de aquel estado de sitio, pero nadie quería abandonar sus propiedades, sus posesiones, sus objetos. Los vendedores de toldos se forraron, los de sombrillas también, los heladeros, los bares, los restaurantes. Las playas se abarrotaron como el metro de Tokyo, se abrieron nuevas playas que hasta entonces habían sido vírgenes, se acondicionaron los accesos, los deportes naúticos se multiplicaron, se inauguraron nuevas piscinas de aguas muy cloradas. Los nativos empezaron a sentirse incómodos por tanto visitante en las costas.En las ciudades, pueblos y aldeas del interior, clamaban por la lluvia, lloraban por ella, hartos de piscinas caras y sucias y de racionamientos de agua. La Iglesia sacó a sus santos y vírgenes en procesión cada semana, al amanecer, al anochecer, cuando el sol calentaba menos. Se tiraron cientos de miles de cohetes entre preces y oraciones rogando por la lluvia al todopoderoso Dios. Pero la lluvia no llegaba, a excepción hecha de un lugar inhóspito entre montañas escarpadas dónde una nube inmensa descargaba lenta pero inexorablemente un caudal incesante de líquido adorado. La Iglesia que termina enterándose de todo quiso montar un santuario allí, pero el laico gobierno se le adelantó montando un laboratorio móvil en un tiempo récord. Silenciaron el descubrimiento de aquel lugar que parecía desafiar al resto del país y estar ajeno a los problemas producidos en su tierra aledaña y hermana. El laboratorio duró poco, una lluvia torrencial aliñada con un devastador huracán lo barrió, a todos y cada uno de los siguientes que intentaban construir, aún a sabiendas que el agua era puro veneno, inservible para cualquier fin. El agua que caía era intratable, tenía una acidez que la hacía mortecina, no había tecnología en aquel entonces para sacar provecho de ella. Así pues se olvidaron de la misma y el verano siguió y pasó de moda broncearse, las gentes suspiraban por tener la piel blanca, por ser pálida, por alejarse del sempiterno sol. Las calles y playas se vaciaron y la economía se colapsó y en la noche las gentes salían a rebuscar en los cubos de basura como ratas, como perros. Y llegó la lluvia ansiada al cabo de cinco años, llovió tanto como no lo había hecho en cinco años antes y pereció gran parte de la población, esta vez bajo una lluvia pura. Fueron muy poco los que sobrevivieron por sus propios medios, tuvo mucho que ver en esto, como en casi todo, no únicamente la inteligencia, el instinto de supervivencia, también los contactos gubernamentales y el poderoso caballero don dinero. Con la intervención de los ejércitos y las naciones a las que el gobierno reclamó ayuda, a cambio de ciertas concesiones, comenzó la repoblación sobre un escenario apocalíptico, pero eso es otra historia.

martes, 24 de septiembre de 2013

Senderos cercanos...

Frente al kilómetro diez de la carretera del pantano en dirección al Berrocal, comienza un sendero de entrada algo accidentada, un camino pedregoso que finaliza en el puente llamado de Villalba. Antes de llegar a ese puente hay otro desvencijado, con el esqueleto de hierro oxidado y un hormigón que parece papel de fumar. A la entrada pusieron un quitamiedo a modo de parapeto, para disuadir a cualquier vehículo motorizado de cruzarlo. Una vez que lo cruzas, encuentras dos nuevos caminos, uno algo ascendente que rodea una pequeña elevación y otro que baja para después subir. Ambos caminos confluyen en la cola del pantano donde hay otro puente, éste en bastante mejor estado. Es un paisaje digno de verse por la abundancia de vegetación, sobre todo en época de lluvias, aunque en verano tampoco está nada mal.Las vistas del pantano y el entorno son para no olvidar fotografiarlas o al menos, retenerlas en la memoria. Os adjunto unas fotos, en diferentes épocas del año.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Evolución?

Hubo un tiempo, en los albores de la humanidad, en el que la tierra era nuestra casa y también un lugar inhóspito que tan pronto nos cobijaba como jugaba con nosotros cual frágiles insectos. Su grandeza era incontestable frente a cualquier ser vivo.
El hombre entonces, ajeno al conocimiento y la ciencia, deambulaba por su faz, mirando al firmamento y sintiéndose un ser vulnerable y frágil. Los dioses eran las estrellas y los astros, el sol, la luna, el firmamento, el mar, el fuego, el viento, la misma tierra… 
Todo aquello que no comprendíamos, todo aquello que nos hacía sentirnos pequeños. Fuimos aprendiendo a vivir, casi como gusanos, como reptiles, como lobos, como osos, como hormigas, copiamos sus patrones y seguimos sintiéndonos igual de animales que ellos pero provistos de algo que nos hacía avanzar, dominar, someter, cazar, subyugar.
Esto al menos nos contaron, en los libros de historia en base a rigurosas observaciones científicas, a estudios arqueológicos, astronómicos, matemáticos, ya sabéis toda la historia oficial. Pero como en todos los cuentos que se cuentan, a veces las realidades y los mitos y leyendas se mezclan y uno termina dando más credibilidad a lo fantástico que a la crónica histórica, de esa forma el rico arqueólogo prusiano Schliemann descubrió con la ayuda de su pasta gansa y la lectura de la Ilíada de Homero, enclaves como Troya, Micenas o Tirinto.

Pusimos nuestra inteligencia o nos dotaron de ella, para encaminarla al servicio de nuestros intereses, creyéndonos y siendo superiores al resto de los seres vivos, gracias a nuestras manos y herramientas, a nuestra capacidad de organizarnos, de planear, de estudiar, de aprender, de diseñar, sin saber que éramos moradores de un planeta que se regía por leyes físicas y matemáticas. Aprendimos con el atributo de la inteligencia, esa cualidad que nos hace avanzar y complicarnos a la vez, que éramos los escogidos para dominar nuestra madre tierra y todos los seres que en ella habitaban. Recibimos un don propagado en nuestros ancianos genes, nuestras antiguas civilizaciones supusieron la génesis y el declive de muchos pueblos, costumbres y culturas.
Ahora, después de miles o cientos de miles de años, creyendo saber de dónde venimos, a dónde vamos y qué y quiénes somos, seguimos teniendo el mismo desconsolante e incierto conocimiento, los mismos interrogantes, la misma jodida ignorancia que tenían nuestros antepasados recientes y remotos. Disfrazada esa ignorancia en la actualidad de un saber especializado, de una tecnología in crescendo, sin embargo seguimos estando alienados sin darnos cuenta y seguimos creyendo todo lo que nos han enseñado en las escuelas y libros, refutando cualquier otro saber, despreciando cualquier otra teoría, tachando de freak o iluminado o conspiranoico a quien sugiere únicamente preguntar o cuestionar si la base sobre la que se cimienta nuestro conocimiento es verdad o es una simple justificación.
Seguimos cómodos con todos y cada uno de los cuentos y medias verdades con las que nos han dormido y enseñado, sin darnos cuenta seguimos de forma inconsciente educando a nuestros hijos en mentiras piadosas en un patrón de conducta similar con ellos al que utilizan quienes nos manipulan con nosotros. Nos ocultan la verdad en todo y de todo.