domingo, 20 de noviembre de 2016

Pobreza de conciencia

Como en casa en ninguna parte, al calor del brasero, los días fríos y lluviosos como hoy,  pero si quieres saber lo que es el miedo, la angustia, el dolor, la incertidumbre, el desasosiego, la desesperanza, el horror, no te limites a ver los noticiarios de la televisión, ni a leer los periódicos en tu mullido sillón, no navegues por el espacio virtual de la lejanía acallando tu pequeña conciencia, no reces por los parias en los templos.

Actúa, ve a la primera línea o imagínatelos desde tu acomodamiento burgués con el mismo ardor que empleas en existir, mójate en las calles en penumbra, en los gélidos amaneceres, en las tempestuosas e interminables noches y búscalos en la miseria de las frías calles tapados con cartones, rescátalos de su hambre, de su oscuridad, de su soledad. Dales la comida que terminas tirando, la que te sobra, los abrigos y ropas que se amontonan en tus armarios y cajones que ya no te pones. No mires para otro lado cuando pases por su lado, no desconfíes de su aspecto, no creas que eso no va contigo, un día puede pasarte a ti .

- ¿Tú haces todo eso, amigo?

No, pero cuánto me gustaría hacerlo, a veces cuando la conciencia me martillea pienso en la nula solidaridad que nos embarga a todos y se me revuelven todas las tripas cuando se ponen a hablar de populismos unos y otros y se acusan vanamente sin hallar soluciones. Cuando mueren como gorriones en el estío, las personas que no tienen para comer, ni para la luz, ni para agua, ni para abrigarse, mientras tanto cabrón sin escrúpulos que nos ha representado, se forra con puertas giratorias, mordidas y pelotazos.

Quienes tienen la responsabilidad que haya más miseria, pobreza y parias en el mundo, aquellos que sólo se preocupan de su pib y de sus ratios, de sus partidas y recortes y sus ingenuos acólitos se creen sus patrañas acusando a quienes los denuncian y los desenmascaran, de demagogos, cuando no hay más demagogia que la que sale de sus vacías oratorias.

La demagogia la habéis inventado vosotros, y hay muchas clases de pobreza, aparte de la energética, están la pobreza moral y la peor de todas, la pobreza de conciencia.

martes, 20 de septiembre de 2016

Diógenes en la cabeza de Horacio


El cerebro de Horacio está lleno de basura, precisa una purga, un volcado, un barrido, necesita mandar a la papelera viejos prejuicios, enquistados errores, hábitos inútiles de negatividad, tics adquiridos a raíz de vivencias monótonas y reiterativas  que le ponen muy difícil vislumbrar una salida, aún más, abrigar la ilusa esperanza, de transitar por otros lugares.
A veces Horacio es grande y se siente grande, se siente un poderoso cóndor que vuela alto,  pero otras se siente tan pequeño y hundido como coquina en la arena de la playa.
Su mente es una estancia que alberga conocimientos inútiles memorizados lustros atrás, desechos de una ávida curiosidad, obstinaciones, saldos, baratijas y algunos logros genuinos, con la impronta del carácter, como los aquejados con el síndrome de Diógenes, acaparando basura y objetos inservibles, recuerdos prescindibles, traumas no resueltos y sepultados, obsesiones estúpidas.
Le falta  frescura, objetividad, templanza, le sobran pasión e idealismo, a veces hastiado, terriblemente cansado, se encierra y se aísla de todo, otras resignado y extrañamente ilusionado, es capaz de espolear los sueños de quienes raramente se acuerdan de ellos.
Siente una enorme angustia en la gestión de sus conocimientos y emociones.
Su cerebro parece acumular todo lo malo, pero también todo lo bueno y se pasa el día haciendo equilibrios.
Trastea su viejo teléfono móvil de minúsculas teclas y no para de moverse sudoroso de un lado a otro mientras gesticula incansablemente con sus manos. Aumenta su angustia a la par que su creatividad merma, las noches de insomnio, los días fulgurantes pasando, la vejez llegando, los problemas acechando, las livianas euforias, las asumidas derrotas. Perdido como Robinson en una isla desierta, ya no quiere echarse a la mar, se ha acomodado entre las palmeras y la dulce música del viento de una remota esperanza, silbando entre las hojas.


lunes, 27 de junio de 2016

Dame pan y dime tonto...

En España hace mucho tiempo que el partido más votado es el de la abstención, ese espacio que no cuenta para la toma de decisiones pero que cada vez llama a más gente, aquellos que no son incondicionales de nada, los que les importa un soberano cagarro esta farsa y sencillamente están hastiados de ver, soportar y sufrir nuevas elecciones y como manejan los dineros y los recursos estas agrupaciones de privilegiados sin incompatibilidades, con turbas que le siguen de acólitos y forofos, enquistados y engañados porque nada cambie, o por un cambio que nunca se materializa y perdona y comulga con casos de corrupción y de auténtica vergüenza, como si se trataran de sus propios hijos. Ninguno de los partidos con toda su maquinaria de propaganda, ha sido capaz de seducir a ese grueso de población que supera el 30% del electorado, ese es el quid de la cuestión y la explicación a la escasa sorpresa que pueden propiciar ya las elecciones en España. Todo lo demás son distracciones de los medios de comunicación para hacer caja y mantener la atención con encuestas poco fidedignas, debates aburridos, noticias inventadas, gráficos manipulados, propagaciones de miedos y un largo etcétera que conocemos todos. El electorado fiel es el que decide y esas son las reglas de la democracia y aquí en España, el electorado más fiel y numeroso, le pese a quien le pese, pertenece al partido popular y en segundo lugar, al psoe. Entre ambos siguen copando las primeras posiciones y sus incondicionales soslayan escándalos y corruptelas en sus filas, porque España no ejerce voto de castigo por regla general, lo que si ejerce es voto cautivo. Dame pan y dime tonto y algunos casos de pucherazos aberrantes como ancianos con alzheimer y demencia senil, que son llevados a votar con la papeleta ya preparada, son ejemplos gráficos de la preponderancia de ese espíritu marrullero y egoísta que subyace en el electorado medio.

Y como dicen por ahí, que pertenecer a un partido político es igual que ser hincha de un club, me temo que la cosa seguirá por los mismos derroteros que estos años atrás y tendrán que pasar muchos años para que las generaciones venideras sean más exigentes con los deslices y desmanes de los políticos. No se puede obligar a votar a la gente, eso sería coercitivo y antidemocrático, pero si te niegas a formar parte de una mesa electoral sin justificación de peso, multa al canto. Ay, si obligaran a votar a todo el electorado, ay, si se reformara esta penosa ley electoral que beneficia a los de siempre, entonces seguro que no habría tanta abstención y con toda probabilidad, se darían otros resultados y quizás, el poder residiría en la decisión soberana del pueblo, porque votarían casi todos y el nivel de exigencia democrático sería mayor, pero tal vez eso, no nos curaría nunca del desencanto que produce la política a quienes son fustigados, vejados e ignorados por ella; a saber, los que están en riesgo de pobreza y  de exclusión del mercado laboral, los desempleados, los que sufren los recortes de la sanidad, la gente preparada que tiene que emigrar a otras tierras y a la inmensa legión de quienes tienen un trabajo basura y quieren conservarlo a toda costa, pensando que algo es mejor que nada, esperando un milagro que nunca va a venir de la política, únicamente, de cualquier otra burbuja que inventen para que la gente no salga en tromba a la calle, para decir basta de tanta inmundicia, de tanto fraude, de tanto latrocinio y de tanta superchería.

sábado, 18 de junio de 2016

Revoluciones e involuciones

Mis conocimientos sobre la Revolución Francesa se reducían a cuatro tópicos, algunos minutos de estudio superficial y detalles a grandes rasgos, para salir del paso, eso, pensamos todos; son asunto de historiadores profesionales.

Sin embargo, a mí, que no soy un historiador al uso ni tengo acreditación que lo certifique, pero cuento historias, siempre me gustó indagar sobre la Historia, esa que se escribe con mayúscula. Aunque fuera a título de curiosidad, es realmente apasionante, por eso y porque hoy me acordé del famoso lema: “libertad, igualdad, fraternidad o la muerte” indagué específica y superficialmente, como no, de un par de fuentes, una la bendecida y denostada a partes iguales Wikipedia y otra, de una web francesa, mejor dicho, con la extensión http://www.diplomatie.gouv.fr/es, sobre la simbólica y archiconocida consigna, de la que únicamente conocía la continuación “ou la mort”, aunque para mi sorpresa, la frase era mucho más larga, eso me animó a profundizar un poco más. Espoleado por las dos visiones de ambas fuentes, para mi perplejidad o bien, con cierta lógica,  aceptación de la diversidad de opiniones, interpretaciones, argumentos y manipulaciones que pueda tener la historia. El caso es que ambas, diferían en el desarrollo de dicha frase y su aplicación o génesis y pervivencia en el marco de su época, de su tiempo.
“La frase nació en el transcurso de la Revolución francesa, pero no llegó a adquirir carácter oficial por ser un lema entre muchos otros. Apareció por primera vez en una declaración impresa del Club de los Cordeliers de mayo de 1791 sobre la creación de una «fuerza pública» para la defensa del territorio, cuyo uniforme llevaría una placa a la altura del corazón con las palabras Libertad, Igualdad, Fraternidad. La divisa se popularizó poco a poco, pero hubo que esperar hasta 1793 para que se impresara en documentos oficiales o públicos. El primero fue un decreto del Directorio del departamento de París que invitaba a los parisinos a que pintaran en las fachadas de sus casas la frase «Unité, Indivisibilité de la République; Liberté, Égalité, Fraternité, ou la Mort» («Unidad e Indivisibillidad de la República; Libertad, Igualdad, Fraternidad o la Muerte»)” Extraído de Wikipedia.

Si te remites a la página oficial citada antes, otra visión ajena a la Wikipedia y a lo que pudo ser la intrahistoria del lema; http://goo.gl/wVDcm0 , entonces, te cuentan esto otro
“A partir de 1793, los parisinos, imitados al poco tiempo por los habitantes de las demás ciudades, pintan en la fachada de sus casas la leyenda siguiente: "unidad, indivisibilidad de la República; libertad, igualdad o muerte. Pero pronto se les invita a borrar la última parte de la fórmula, demasiado asociada al Terror… Como muchos de los símbolos revolucionarios, la divisa cae en desuso bajo el Imperio…”
Entonces tienes que intentar pensar y situarte, haciendo una abstracción muy superficial de nuevo, bajo el momento histórico preciso que llegaba esta martilleante, impositiva, intolerante, coercitiva, amenazante frase, que te venía a decir, que si estabas contra la República, te jugabas dejar de ser, adiós a la familia, adiós al pan y al champagne, adiós a la biblioteca, a la tasca, a la vida.
La alternativa era sanguinaria; República o Muerte.

Qué jodida elección cuando no para de brillar el acero de la guillotina que ha descabezado más de 1000 personas, esto es lo que da pavor de las revoluciones, el terror, porque si no tienes más alternativa que elegir entre el gobierno imperante o que te cercenen la cerviz, la testa, el coco, la calabaza, la mollera, el triángulo, el tarro, la masa cerebral, los humos, los fluidos, y hasta la misma vida fulminada al compás de la caída de esa cuchilla oblicua e infalible en armazón de madera que se ha puesto tan de moda, pero como en los funerales lo bueno que tienen es no ser tú el muerto. No queremos verla, es nuestra pesadilla y nuestro miedo, no queremos caer en la espera angustiosa de su certero y veloz fin.

Ahí piensas que la guillotina al menos es rápida, pero nada más, te da igual de pánico, aún más de quienes están al cargo de ella, porque son arbitrarios y melindrosos, porque quieren infundir respeto con horror.
De aquí nació una adhesión inquebrantable a la revolución burguesa y a su “república” con la ayuda de exaltados que eran pagados y que ejercían de correa de transmisión, cuando no, de verdugos. Pero no todo podían ser malas noticias, algo más tarde, la propia República avergonzada, y en un 9 de Termidor, un 27 de julio de nuestro calendario del año convulso de 1794, ese terminator que acabó con Robespierre y veintiuno más de sus secuaces, empezó a mostrar el ocaso de tan aterrorizante instrumento.
Aunque su postrero y verdadero estertor en el país vecino, y esto sí que me sorprendió, fue conocer la última vez se utilizó de forma oficial, “tuvo lugar el 10 de septiembre de 1977; el ajusticiado se llamaba Hamida Djandoubi y era un inmigrante tunecino que había asesinado a su compañera.”
Cuando se aplica la censura en la Historia para estas cosas, es asombroso también, porque para la posteridad y afortunadamente para la integridad de todos los que vivimos en esta salvaje civilización, únicamente ha quedado el lema a secas “libertad, igualdad y fraternidad”, el caballo de batalla en el que se sigue moviendo la sociedad de ahora.

- Algo aprendemos de la historia, aparte que pueda ser repetida por ignorada, y es que la historia de la humanidad se parece a un patrón matemático que podría correr en compañía del movimiento de los planetas, del universo. También que los patrones de conducta humanos son similares en cualquier época de las civilizaciones.

- Tú y los planetas, tú y el sol, tú y las constelaciones, tú y tú manía por explicarlo todo, pero si sabes que la tierra tiene casi cinco mil millones de años, que nosotros no somos nada ni nadie, acabamos de llegar hace unas horas y tu revolución francesa pasó hace dos segundos.

- Tú y tu dimensión astral, no crees en los astros, además de un ser pensante, soy un ser que siente, y cuando siento, en ese tiempo para mí, se concentra la única eternidad a la que voy a tener acceso con esta forma humana, finita, frágil, quebradiza y con fecha de caducidad impresa. 

- Sí, luego serás polvo de estrellas.

lunes, 4 de abril de 2016

Panamá papers y otras siglas parecidas



Siempre hay un chivo expiatorio al que le hacen cargar con la culpa, pero la condición humana es miserable hasta los tuétanos.
La globalización no ha hecho más que expandir ese afán desmedido por distraer y evadir impuestos, para menosprecio de las arcas de los estados, que terminan sufragándose con los impuestos de los que no evaden y se sienten con ganas de irse a un bosque como hicieran en tiempos de Juan Sin Tierra, para dejar de financiar a tanto mangante evasor.
No es una cuestión de partidos, ni de ideologías, ni de siglas, es una cuestión, que quizás corra pareja con el poder desde el principio de los tiempos, y con la condición humana. 
Cualquiera, en el lugar indicado y en el momento preciso, puede convertirse en un ser abyecto y esto se da con mayor facilidad en las esferas políticas y económicas y el hombre termina siendo un lobo para el hombre y las avaricias lejos de romper los sacos, llevan los sacos a paraísos fiscales, más en boga que los terrenales, para los de la primera división y al mangoneo descarado, para los que juegan en otras categorías inferiores.
El ambicioso personaje que antaño era el sumum, el espejo donde mirarse, que terminaba siendo investido doctor honoris causa, hombre del año, mujer proactiva de una ong reconocidísima, personaje nombrado director o gobernador de cualquier institución o corporación, rodeándose de tiralevitas y lamiaortos que lo defienden contra viento y marea, glosando sus alabanzas, termina cayendo en desgracia por alguna causa azarosa o boomerang kármico.
Testaferros, hombres de paja, monigotes de oscuras corporaciones que crean entramados financieros lejos de supervisiones estatales asesorados por gabinetes de piratas, mientras los mass media no dejan de escupir noticias e informaciones que caen sobre nosotros a golpe de sobremesa, mientras almorzamos o cenamos, sabiendo que en ese juego de monopoly infame, nosotros no somos nada.

La pobreza y la miseria de muchos, el latrocinio orquestado, las migajas de los apesebrados cómplices que silencian y miran para otro lado, encadenados a un estipendio o a un trabajo por el tirano dinero, esa cadena, que nos han regalado los poderosos, nos ha convertido en esclavos, en sus esclavos, desde tiempos mesopotámicos.

Y esto, no solo implica el enriquecimiento ilícito y repulsivo de unos pocos, sino también el incremento exponencial de un desigual reparto de oportunidades de trabajo, bienestar, dignidad, y cada vez, un estado más lamentable de cosas y unas democracias más esperpénticas, en donde el derecho de las personas es pisoteado de continuo por la especulación y el más execrable mercantilismo disfrazados con pomposos términos anglosajones: offshores, chorizos de ultramar. A ultramar van los dineros, como antaño viajaban en galeones los tesoros que terminaban sin llegar a su destino.
La corrupción campa a sus anchas y ya nada nos asombra, el sueño de la razón producía monstruos según Goya, en el mundo, las vidas de los poderosos y de los que aspiran a serlo a cualquier precio, producen trepas ambiciosos y vividores de la política, de sus leyes para favorecerlos en su economía y del sistema creado y en tropel, desencantados y descreídos mortales que pagan con mucho esfuerzo, bienes de primera necesidad y se matan trabajando por un salario indigno, mientras los de los offshores viven como rajás. 

Y si como decía Cervantes; "La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso", justo es observar que a medida que conocemos más y mejor a estos sujetos que están por encima de nosotros, sólo en lo que a dinero y poder se refiere, más entendemos lo que pasó en la Revolución Francesa, y pensando en ello,  ¿acaso es disparate exigir para nuestra tierra, para el lugar donde vivimos y vivirán nuestros descendientes, una política comprometida con los problemas cotidianos de los ciudadanos, una erradicación de las promesas que no se cumplen y la sanción inmediata de quienes nos defrauden? Si quedan impunes los crímenes se están alentando, si hay aforados, evasores amnistiados, políticos que no dimiten y personajes de la farándula que se van de rositas. Si quienes nos representan se fuman un puro y juegan con su ipad en el hemiciclo y reciben sobres en B, mientras orquestan nuevos desfalcos o miran para otro lado negando responsabilidad. Falsos eres, falsas formaciones, cuentas opacas, facturas engordadas, favores pagados, nepotismos de libro, falsas contrataciones...
Si esto es Europa, que no seamos su trasero, si estos son nuestros políticos y los de su camada siguen defendiéndolos, tendremos que cambiarlos o defenestrarlos, tendremos que demoler este edificio en ruinas y crear otro nuevo.
Deberíamos tener un poder judicial acorde a los principios de nuestra Carta Magna; imparcialidad, independencia, inamovilidad, responsabilidad y legalidad. 
Y también ¿por qué no? Igual que en los colegios pretenden ahora enseñar educación vial, que se estudien a estos personajes bandoleros que han expoliado a España y al mundo, como ejemplos de conductas que jamás deberían imitarse, que la historia los ponga en su sitio rápido, ya que la justicia raras veces lo hace, porque está vendida o comprada.
Y si nada nos salva de este enorme lodazal, ni siquiera la historia, porque también sea manipulada, si se van otra vez de rositas nuevamente, todos los malos de siempre, tal vez sea mejor irse de aquí, como los dineros.