viernes, 27 de septiembre de 2013

Cambiamos el clima?

Después de algunos años de estudio sobre el cambio climático, se incrementa un 5% el nivel de culpabilidad de la especie humana, del 90% anterior, al 95% fijado ahora. Esta noticia aparecía ayer en el Mundo. Para ese viaje, seguro que no hacían falta muchas alforjas, pero las estadísticas y los números, son los que al final justifican cualquier estudio e investigación. Eso es incuestionable para realizar previsiones y establecer posibles escenarios futuros. Habrá opiniones encontradas al respecto y multitud de argumentos para consolidar éste estudio y sus consecuencias. También para rebatirlo, tendrá sus seguidores y detractores, como cualquier teoría o estudio científico que incida en aspectos económicos y afecte a la supervivencia de cualquier industria o grupo de poder. No obstante, si entendemos la tierra como un organismo vivo, como nuestra casa, como el lugar donde vivimos y vivirán los que perpetuarán nuestra especie y otras que amamos, por encima de intereses económicos y meramente mercantilistas, ajenos a fatalistas, a iluminados que quieren hacerse de oro, a corporaciones oscuras, a trust y/o lobbys de uno u otro signo, creo humildemente, que hay motivos bien serios para preocuparse, porque la salud cambiante del planeta, parece que depende de nosotros en un porcentaje muy alto, según lo extraído de las conclusiones, de más de 10.000 publicaciones científicas. Y como ya venimos sabiendo, nosotros, los humanos, estamos siempre en conflicto permanente con aquello que nos cree algún dilema moral, o con aquello que no tenga que ver con nuestro día a día, pensando que el trabajo que debemos y tenemos que hacer, ya lo hará otro. Hay auténticos vertederos del mundo en zonas geográficas de países pobres, hay una isla de plástico y desechos flotantes en el Pacífico que podría ocupar la superficie de un nuevo continente, hay otra de enorme tamaño en el Atlántico Norte, visibles desde los satélites, desde el ojo que todo lo ve desde el cielo; Google Earth. Estas ingentes masas de cientos de miles de toneladas de basuras, no son responsabilidad de ningún país, están en aguas internacionales, pero sí es responsabilidad de la humanidad, de nosotros, de los gobiernos de toda la tierra, con costa y sin costa. ¿Nos extrañamos de la enorme mortandad de peces? ¿Nos extrañamos del delfín que llegó a morir a la orilla fuera de su entorno? ¿Nos extrañamos de las ballenas erráticas, de los cientos de tortugas marinas que mueren por ingerir plástico? Y si esto ocurre en ambientes húmedos, en mares y ríos, también ocurre sobre la tierra, sobre los campos, bosques, selvas, senderos, caminos, carreteras y montañas, hemos hecho del mundo un vertedero, un basurero, todo está sucio y lleno de detritos. ¿Todo? Salvemos los escasos territorios vírgenes que quedan en la tierra, allí también llegará nuestra huella de basura. Pero... ¿Qué podemos hacer desde nuestras casas? ¿Desde nuestros pueblos y ciudades? ¿Cómo podemos contribuir a crear conciencia? ¿Cómo podemos actuar para poner nuestro grano de arena? Esas recomendaciones que todos hemos oído hasta la saciedad y que en la mayoría de los casos se quedan en una bella declaración de intenciones o en un propósito que a veces olvidamos; a saber; Reciclar, ahorrar agua, energía, usar más el transporte público en el ámbito de las ciudades, usar el lavavajillas en lugar de fregar a mano, usar menos bolsas de plástico, recoger las caquitas de nuestras mascotas, no usar aerosoles, plantar árboles y plantas y si no tenemos vocación de jardineros, al menos no destrozar el mobiliario natural, cuidar la naturaleza que nos rodea, no arrojar bolsas, papeles, desperdicios, envases, a nuestras calles, a nuestras playas, a nuestros campos. Y por supuesto, no esperar que nuestros hijos aprendan estas cosas en el colegio, tendremos que enseñárselas en casa. ¿Tarea difícil eh? Buen fin de semana lluvioso, de Otoño.