lunes, 27 de junio de 2016

Dame pan y dime tonto...

En España hace mucho tiempo que el partido más votado es el de la abstención, ese espacio que no cuenta para la toma de decisiones pero que cada vez llama a más gente, aquellos que no son incondicionales de nada, los que les importa un soberano cagarro esta farsa y sencillamente están hastiados de ver, soportar y sufrir nuevas elecciones y como manejan los dineros y los recursos estas agrupaciones de privilegiados sin incompatibilidades, con turbas que le siguen de acólitos y forofos, enquistados y engañados porque nada cambie, o por un cambio que nunca se materializa y perdona y comulga con casos de corrupción y de auténtica vergüenza, como si se trataran de sus propios hijos. Ninguno de los partidos con toda su maquinaria de propaganda, ha sido capaz de seducir a ese grueso de población que supera el 30% del electorado, ese es el quid de la cuestión y la explicación a la escasa sorpresa que pueden propiciar ya las elecciones en España. Todo lo demás son distracciones de los medios de comunicación para hacer caja y mantener la atención con encuestas poco fidedignas, debates aburridos, noticias inventadas, gráficos manipulados, propagaciones de miedos y un largo etcétera que conocemos todos. El electorado fiel es el que decide y esas son las reglas de la democracia y aquí en España, el electorado más fiel y numeroso, le pese a quien le pese, pertenece al partido popular y en segundo lugar, al psoe. Entre ambos siguen copando las primeras posiciones y sus incondicionales soslayan escándalos y corruptelas en sus filas, porque España no ejerce voto de castigo por regla general, lo que si ejerce es voto cautivo. Dame pan y dime tonto y algunos casos de pucherazos aberrantes como ancianos con alzheimer y demencia senil, que son llevados a votar con la papeleta ya preparada, son ejemplos gráficos de la preponderancia de ese espíritu marrullero y egoísta que subyace en el electorado medio.

Y como dicen por ahí, que pertenecer a un partido político es igual que ser hincha de un club, me temo que la cosa seguirá por los mismos derroteros que estos años atrás y tendrán que pasar muchos años para que las generaciones venideras sean más exigentes con los deslices y desmanes de los políticos. No se puede obligar a votar a la gente, eso sería coercitivo y antidemocrático, pero si te niegas a formar parte de una mesa electoral sin justificación de peso, multa al canto. Ay, si obligaran a votar a todo el electorado, ay, si se reformara esta penosa ley electoral que beneficia a los de siempre, entonces seguro que no habría tanta abstención y con toda probabilidad, se darían otros resultados y quizás, el poder residiría en la decisión soberana del pueblo, porque votarían casi todos y el nivel de exigencia democrático sería mayor, pero tal vez eso, no nos curaría nunca del desencanto que produce la política a quienes son fustigados, vejados e ignorados por ella; a saber, los que están en riesgo de pobreza y  de exclusión del mercado laboral, los desempleados, los que sufren los recortes de la sanidad, la gente preparada que tiene que emigrar a otras tierras y a la inmensa legión de quienes tienen un trabajo basura y quieren conservarlo a toda costa, pensando que algo es mejor que nada, esperando un milagro que nunca va a venir de la política, únicamente, de cualquier otra burbuja que inventen para que la gente no salga en tromba a la calle, para decir basta de tanta inmundicia, de tanto fraude, de tanto latrocinio y de tanta superchería.