martes, 18 de febrero de 2014

Voyeurismo binario

Pidió al centro de actualizaciones de la Sede Electrónica Mundial; una remasterización a la carta, era de la primera hornada de individuos humanos con componentes robóticos biológicos y nanotecnológicos, se distiguían de los puramente humanos por un tono de la piel azulado, producido por una reacción tópica de la sangre al convivir con elementos ajenos a su cuerpo. Su versión de serie inicial, incluía un pack que daba derecho a actualizarse según los últimos y más recientes parámetros, estándares y mejoras diversas. Pagó por ello una curiosa suma, luego dejó de hacerlo, a cambio de entregar su cuerpo a la corporación, para que experimentasen con él cada cierto tiempo, como si de una rata de laboratorio se tratase. De hecho, consiguieron simular el tono azulado de Horacio Boluder y de regalo, le obsequiaron con una prótesis de titanio de última generación, en una parte de su cuerpo, que para la historia, no viene al caso recordar. Su cuerpo era una extensión de cualquier aparato electrónico de su hogar; alarmas, entretenimiento tecnológico, simuladores, electrodomésticos desde el primero hasta el último, cualquier cosa, aparato, acción, que pudiera ser susceptible de controlarse a voluntad. Relación de compatibilidad 100% con cualquier dispositivo electrónico desarrollado, aunque la ropa de última generación con fibras inteligentes, seguía llevándola con sus manos, al bombo inteligente. Aún así, podía desconectar y conectar cualquier cosa a voluntad, telekinesis tecnológica,un viejo sueño de la especie humana hasta en los órdenes más primitivos, junto con volar; conseguir las cosas que uno desea al instante, satisfacción inmediata,un fluido invisible de control y poder, en este caso domótico. Podía hacer de su estancia una improvisada sala de lectura con cualquier libro cargado en su memoria chip, la adicional a la cerebral, que seguía siendo el centro desde el que se ejecutaba por voluntad humana, o libre albedrío, suponiendo que existiera, a cualquier acción, podía viajar a cualquier parte del mundo en un tour virtual que le permitía actuar con hbots del sistema como entes incorpóreos e invisibles al resto de los humanos, que poblaban los escenarios reales, lo que vino a llamarse; voyeurismo binario, sin duda, el más jodido, omnipresente y terrorífico de los voyeurismos.