miércoles, 2 de octubre de 2013

Trastorno neuronal transitorio, muletillas, tics verbales

Tal vez no se diera cuenta, pero cuando la conversación de turno derivaba por derroteros intrincados, alejados de los consabidos comentarios al uso de fútbol, de las aseveraciones tópicas y típicas de cualquier deporte, tenis, motos, fórmula 1, política nacional o temas más insustanciales y socorridos como el tiempo, nuestro personaje, de pronto, evidenciaba unas severas lagunas mentales. Hablando de historia, de cine, de literatura, de novelas, de personajes, de héroes y heroínas, de conspiraciones, de mafias, de conjeturas astronómicas, de hipótesis filosóficas. Su discurso perdía fuelle, su memoria renqueaba como un viejo motor de dos tiempos, confundía datos o aportaba apuntes erróneos como verdaderos pero sin demasiada convicción. De los anaqueles de su cerebro extraía datos basados en su portentosa memoria empleándolos viniendo o no viniendo al caso los mismos. Del mismo modo, apoyaba sus frases y argumentos en un ripioso y repetitivo "¿m'explico?, que lejos de otorgarle empaque y veracidad a su trastabillado discurso, hacia que adoleciera de previsible, aburrido y vacuo. A veces sustituía la muletilla, el tic verbal del ¿m'explico? por otro similar y con mayor nivel de zafiedad; "¿m'entiendes lo que yo te quiero decir?", giro martilleante que otorgaba un rasero de imbecilidad mayor al oyente, pues quien se prodigaba en tales giros, no solo daba muestras de su escasa seguridad oratoria, también ponía en entredicho la comprensión e interpretación que su oyente hacia de la misma. Y el oyente, bastante tenía con aguantar el rosario de datos inútiles e inexactos. Nuestro amigo, que se creía en posesión de un verbo y un conocimiento fluidos, se volvía aún más inexacto conforme aumentaba la ingesta de alcohol. Entonces se abrazaba a sus tics verbales haciendo de ellos el único faro que guiaba la chalupa gris de su verbo y el dardo de punta infecta, al pobre masoquista que estuviera dispuesto a oirlo, no ya armado de resignación supina, también de una educación exquisita.