martes, 15 de octubre de 2013

El mar, la mar...

Unas olas gigantescas te zarandeaban arremolinándote con fuerza a la orilla. El sol se ocultó tras unas nubes pasajeras de verano. Me gustaba enzarzarme con las olas, batallar con ellas y cuando ya estaba exhausto, abandonarme a su poder incansable, a su salvajismo preciso y matemático, dejándome llevar por ellas de forma violenta a la orilla. Fue el primer día que descubrí su poder, que aprendí a amarlas, a apreciarlas, a temerlas, a conocerlas, a disfrutarlas. Y empezar otra vez a pelearme, a gritar a las olas, a provocarlas, pero no parecían advertir mi presencia, acaso no querían oírme, yo era insignificante para ellas, no me daban un respiro, me escupían con espuma blanca, me abofeteaban el cuerpo entero, se reían de mí con su rumor infinito, con su grandeza inconmensurable. Y sobre la orilla mientras seguía abandonado, las olas me cubrían entero, me golpeaban y me arrastraban sobre el reguero de conchas muertas,vacías y sin vida, fósiles marinos. Y de nuevo salía el sol y empezaban a reverberar las conchas muertas y a llenarse de luz y cegarme, cobrando vida a mis ojos, su gama de colores plateados, dorados, blancos, nacarados, negros, ocres, marrones, rojizos, azulados, arenosos... Un día albergaron vida y ahora estaban vacías, cientos de miles de conchas muertas sobre millones de granos de arena, cuanta muerte y cuanta vida en el mismo lugar, en el mar, en la mar. Entonces yo no comprendía nada, únicamente veía belleza, el mar era belleza, grandeza, furia, pura vida y diversión. Sólo los niños recogían las conchas para mirarlas y las guardaban en sus cubos como preciosos y preciados tesoros, sólo los niños se quedaban perplejos admirando sus formas geométricas, sus colores, sólo ellos las guardaban y a veces las pintaban de colores guardando un trozo de verano el resto del año, sólo los niños jugaban con la arena a hacer castillos, piscinas, agujeros, canalizaciones, sólo los niños se enterraban en la arena y a veces probaban el sabor salado del agua. Sólo los niños y yo que también era niño entonces, soñábamos con volver al mar cada verano, sólo los niños temblábamos de emoción la víspera de salir para la playa.