lunes, 4 de abril de 2016

Panamá papers y otras siglas parecidas



Siempre hay un chivo expiatorio al que le hacen cargar con la culpa, pero la condición humana es miserable hasta los tuétanos.
La globalización no ha hecho más que expandir ese afán desmedido por distraer y evadir impuestos, para menosprecio de las arcas de los estados, que terminan sufragándose con los impuestos de los que no evaden y se sienten con ganas de irse a un bosque como hicieran en tiempos de Juan Sin Tierra, para dejar de financiar a tanto mangante evasor.
No es una cuestión de partidos, ni de ideologías, ni de siglas, es una cuestión, que quizás corra pareja con el poder desde el principio de los tiempos, y con la condición humana. 
Cualquiera, en el lugar indicado y en el momento preciso, puede convertirse en un ser abyecto y esto se da con mayor facilidad en las esferas políticas y económicas y el hombre termina siendo un lobo para el hombre y las avaricias lejos de romper los sacos, llevan los sacos a paraísos fiscales, más en boga que los terrenales, para los de la primera división y al mangoneo descarado, para los que juegan en otras categorías inferiores.
El ambicioso personaje que antaño era el sumum, el espejo donde mirarse, que terminaba siendo investido doctor honoris causa, hombre del año, mujer proactiva de una ong reconocidísima, personaje nombrado director o gobernador de cualquier institución o corporación, rodeándose de tiralevitas y lamiaortos que lo defienden contra viento y marea, glosando sus alabanzas, termina cayendo en desgracia por alguna causa azarosa o boomerang kármico.
Testaferros, hombres de paja, monigotes de oscuras corporaciones que crean entramados financieros lejos de supervisiones estatales asesorados por gabinetes de piratas, mientras los mass media no dejan de escupir noticias e informaciones que caen sobre nosotros a golpe de sobremesa, mientras almorzamos o cenamos, sabiendo que en ese juego de monopoly infame, nosotros no somos nada.

La pobreza y la miseria de muchos, el latrocinio orquestado, las migajas de los apesebrados cómplices que silencian y miran para otro lado, encadenados a un estipendio o a un trabajo por el tirano dinero, esa cadena, que nos han regalado los poderosos, nos ha convertido en esclavos, en sus esclavos, desde tiempos mesopotámicos.

Y esto, no solo implica el enriquecimiento ilícito y repulsivo de unos pocos, sino también el incremento exponencial de un desigual reparto de oportunidades de trabajo, bienestar, dignidad, y cada vez, un estado más lamentable de cosas y unas democracias más esperpénticas, en donde el derecho de las personas es pisoteado de continuo por la especulación y el más execrable mercantilismo disfrazados con pomposos términos anglosajones: offshores, chorizos de ultramar. A ultramar van los dineros, como antaño viajaban en galeones los tesoros que terminaban sin llegar a su destino.
La corrupción campa a sus anchas y ya nada nos asombra, el sueño de la razón producía monstruos según Goya, en el mundo, las vidas de los poderosos y de los que aspiran a serlo a cualquier precio, producen trepas ambiciosos y vividores de la política, de sus leyes para favorecerlos en su economía y del sistema creado y en tropel, desencantados y descreídos mortales que pagan con mucho esfuerzo, bienes de primera necesidad y se matan trabajando por un salario indigno, mientras los de los offshores viven como rajás. 

Y si como decía Cervantes; "La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso", justo es observar que a medida que conocemos más y mejor a estos sujetos que están por encima de nosotros, sólo en lo que a dinero y poder se refiere, más entendemos lo que pasó en la Revolución Francesa, y pensando en ello,  ¿acaso es disparate exigir para nuestra tierra, para el lugar donde vivimos y vivirán nuestros descendientes, una política comprometida con los problemas cotidianos de los ciudadanos, una erradicación de las promesas que no se cumplen y la sanción inmediata de quienes nos defrauden? Si quedan impunes los crímenes se están alentando, si hay aforados, evasores amnistiados, políticos que no dimiten y personajes de la farándula que se van de rositas. Si quienes nos representan se fuman un puro y juegan con su ipad en el hemiciclo y reciben sobres en B, mientras orquestan nuevos desfalcos o miran para otro lado negando responsabilidad. Falsos eres, falsas formaciones, cuentas opacas, facturas engordadas, favores pagados, nepotismos de libro, falsas contrataciones...
Si esto es Europa, que no seamos su trasero, si estos son nuestros políticos y los de su camada siguen defendiéndolos, tendremos que cambiarlos o defenestrarlos, tendremos que demoler este edificio en ruinas y crear otro nuevo.
Deberíamos tener un poder judicial acorde a los principios de nuestra Carta Magna; imparcialidad, independencia, inamovilidad, responsabilidad y legalidad. 
Y también ¿por qué no? Igual que en los colegios pretenden ahora enseñar educación vial, que se estudien a estos personajes bandoleros que han expoliado a España y al mundo, como ejemplos de conductas que jamás deberían imitarse, que la historia los ponga en su sitio rápido, ya que la justicia raras veces lo hace, porque está vendida o comprada.
Y si nada nos salva de este enorme lodazal, ni siquiera la historia, porque también sea manipulada, si se van otra vez de rositas nuevamente, todos los malos de siempre, tal vez sea mejor irse de aquí, como los dineros.