lunes, 16 de junio de 2014

La dualidad...



- Algo huele a podrido en Dinamarca, Horacio...

- No sólo allí, parece que se ha expandido al resto del mundo, profesor.

- ¿Crees que hay salvación posible?

- Ellos no van a salvarlo profesor, ellos van a salvarse  a sí mismos, aunque sea a costa de usted y de mí, de todos.

-Tienes muy poca esperanza en el ser humano, Horacio.

- ¿Y usted, profesor?

- Si te digo que no, te daré un mal ejemplo, por lo tanto, razonaré por todas las cosas que deberían llenarnos de esperanza.

- Adelante, enumere...

- Se despertará la conciencia entre vosotros y surgirán salvadores de la humanidad y de la tierra que la alberga por doquier, desaparecerán los errores en los que llevamos tropezando miles de años. 

- ¿De la noche a la mañana, profesor, eso es muy optimista, no?

- Eso está ocurriendo a través de las propias herramientas que se han hecho universales, todo se ha multiplicado, los tiranos y los profetas, los elegidos y los parias, los poderosos y la caterva, pero habrá escogidos entre éstos últimos que harán de la tierra un lugar más hermoso y habitable.

- Eso sería un caos profesor, usted sabe que para que eso ocurra, tendría que haber un apocalipsis, un armagedón, una exterminación importante de gran parte de la humanidad.

- Horacio, te empeñas en que todo tiene que acabar explotando como una traca, hay fórmulas para evitar eso, creo en la inteligencia y la bondad humanas, no podremos ser felices en un lugar donde puedan morir millones de personas, entre ellas, amigos, familiares, gente válida de cualquier signo. Crees que el hombre sigue siendo un lobo para el hombre. No podemos cimentar el futuro sobre una tierra en llamas y cenizas, sobre los huesos de semejantes.

- Profesor usted sigue la lógica del optimista? ¿Lo hace para fomentar el diálogo, para poner encima de la mesa, la dualidad? ¿Está convencido de ser mi contrapunto? ¿Cree usted en lo que defiende profesor?

- Quiero creer hijo, que tenemos la capacidad de solventar cualquier situación extrema con el menor de los daños posibles, confío en la armonía del universo, aunque su origen sea el caos, la vida no puede ser destruida, nuestra labor debe ser hacerla más perfecta, adaptarla a los cambios, respetar y lograr el máximo equilibrio.

- Profesor, su optimismo me abruma y habla de una forma genérica que me asusta.

- Horacio, te asusta el futuro porque te asusta el presente, eres tu quien debería defender la teoría que yo defiendo, porque tu eres quien puede cambiar las cosas, eres tu a la vez, el principio y el fin de todo lo anterior.

- Vuelve a generalizar en mí a la juventud, profesor.

- Yo sólo puedo alentarte para que luches y seas mejor, más disciplinado, más trabajador, más entusiasta, más meditador, de esa forma, estarás creando tu propio destino, de la misma forma que lo pueden hacer cientos de miles de personas, cada vez lo harán más y mejor.

- Puede que lleve razón profesor, pero...

- No te convenceré de nada, pero sabes que la única forma es la que te cuento, no puedes salirte del sistema, debes luchar dentro de él para cambiarlo, porque si vives de espaldas a él, el sistema podrá contigo. Así pues, mejórate a ti mismo, mejora tu entorno, lucha cada día como si fuera el último, no te abandones a la pereza y al conformismo, proclama en lo que crees y actúa con el ejemplo, no sólo con hermosas palabras, de esa forma, al menos, tal vez encuentres la paz que ansias y el camino en el que crees.

- Amén, profesor.